En la rueda de prensa posterior al clásico entre Once Caldas y Deportivo Pereira, el técnico matecaña, Luis Fernando Suárez, aprovechó la transmisión nacional de Win Sports para convertir en escándalo un hecho que, sin minimizar la gravedad de los comportamientos racistas —que son y deben ser censurables—, no parecía ser para tanto.
Ver a Suárez esa noche, desencajado, en un país golpeado por la desigualdad, la pobreza y el desplazamiento forzado, clamando “dolor de patria” y pidiendo perdón a Honduras, francamente rayaba en la exageración. Su reacción pareció más una estrategia para desviar la atención de la derrota o, quizá, un intento por generar presión disciplinaria contra el posible infractor y el equipo rival. Su pronunciamiento, basado en un hecho no certificado en ese momento y aún pendiente de verificación, resultó apresurado.
El tema en cuestión fue una presunta agresión verbal de tinte racista por parte del jugador de Once Caldas, Joel Contreras, contra el hondureño Rubilio Castillo, del Deportivo Pereira. La reacción no se hizo esperar: las alarmas se encendieron, los comunicados aparecieron y las exigencias de sanciones llegaron de inmediato.
Lo que siguió fue una avalancha mediática desproporcionada. Opiniones sin rigor periodístico, notas editoriales apresuradas y, como era de esperarse, un estallido en redes sociales cargado de insultos, comentarios desmedidos y, lo más grave, amenazas contra Joel Contreras. El club tuvo que resguardarlo, pedirle que se aislara de redes y evitar que diera declaraciones.
Y la ciudad… la ciudad fue maltratada. Se lanzaron calificativos generalizados, se usaron términos desobligantes y se tildó a los manizaleños y a los hinchas de racistas, elitistas y cómplices.
Sí, es posible que el incidente entre los dos jugadores haya ocurrido. Es probable que Joel Contreras haya ofendido a Rubilio Castillo con una expresión racista y, de ser así, la sanción sería necesaria. Pero también pudo no haber sucedido. Al parecer, no existen testimonios directos, el árbitro no registró nada, y han circulado en redes antecedentes que sugieren que el jugador hondureño ha estado envuelto en situaciones similares antes, las cuales fueron desmentidas.
También se menciona un segundo posible incidente, esta vez con un grupo de aficionados que, al momento del cambio de Castillo, habrían proferido expresiones racistas. La Dimayor ya notificó al equipo, y el caso está en investigación. Según los hallazgos y las pruebas que presente el club, se definirá si habrá sanción o si el caso se archivará.
Sí, es posible que algo haya ocurrido en el Palogrande aquella noche. La verdad determinará si corresponde una sanción o si todo quedará en nada. Pero lo que resulta claro es que el episodio ha sido sobredimensionado, impulsado por el desatino de Luis Fernando Suárez, el manejo exagerado de los medios y la reacción desaforada de la opinión pública, siempre lista para juzgar con sesgo y mala intención.
Revivir Rueda de prensa del técnico Luis Fernando Suárez.